by F García Jurado · 2015 — una sola tradición, la grecolatina, sino de varias “tradiciones clásicas”. En este caso, el plural indica que lo “clásico” no concierne ya únicamen-.

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NOVA TELLVS , 33 ˜1, 2015 9Tradición frente a Recepción clásica: Historia frente a Estética, autor frente a lector 1Tradition versus Classical Reception: History versus Aesthetics, Author versus ReaderFrancisco G ARCÍA J URADOUniversidad Complutense de Madrid pacogj@ucm.esRESUMEN: Este trabajo pretende llevar a cabo una reflexión acerca de la nueva realidad que se viene dando en el marco de la actual disciplina de la Tradición clásica: la irrupción de los estudios sobre Recepción, más co -nocidos como fiReception Studiesfl, para abordar la relectura de los clásicos grecolatinos a lo largo del tiempo. ABSTRACT: This paper aims to conduct a reflection on the new reality that has occurred in the context of the present discipline of the Classical Tradition: the emergence of Reception Studies, in order to rereading Greek and Latin Classics over time.PALABRAS CLAVE : Tradición clásica, Recepción, Teoría literaria, Historia, Método.KEY WORDS : Classical Tradition, Reception, Literary Theory, History, Method.RECIBIDO : ACE PTADO : 3 de junio de 2015.1. Introducción: el contexto de este estudio Desde el año 2013 venimos desarrollando una línea de investigación titulada fi Tradición clásica: teorías y estéticas de la modernidadfl. 2 Con ella nos hemos propuesto llevar a cabo una revisión global acerca de los aspectos conceptuales, históricos y metodológicos concernientes a la Tradición clásica como disciplina académica que estudia las relaciones entre el mundo antiguo y el moderno. Esta línea de investigación comen -zó a cobrar vida en marzo de 2013, cuando, por encargo de la Sección 1 Ponencia de clausura presentada en el IV Congreso Internacional de Estudios Clásicos. Universidad Nacional Aútónoma de México 20-24 de octubre de 2014. Este trabajo se integra en la línea de investigación fi Tradición clásica: teorías y estéticas de la modernidadfl dentro del proyecto FFI2013-41976 (2015-2017), financiado por el Mi -nisterio de Economía y Competitividad. 2 El Dr. Javier Espino, desde la Universidad Nacional Autónoma de México, y el autor de este artículo, desde la Universidad Complutense de Madrid, somos los respon -sables de esta línea de investigación.

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10 GARCÍA JURADO / TRADICIÓN FRENTE A RECEPCIÓN CLÁSICAaragonesa de la Sociedad Española de Estudios Clásicos, presentamos en la Universidad de Zaragoza una ponencia que llevaba el título de fi Las metamorfosis de la Tradición clásicafl. En este trabajo logramos esbozar tres aspectos clave:ŠLa cuestión conceptual: delimitación de las etiquetas que definen tales estudios. ŠLa cuestión historiográfica: periodización de la disciplina. ŠLa cuestión metodológica: reflexión sobre los diferentes paradigmas o modelos de estudio.En cualquier caso, el estudio de la Tradición clásica es en este mo -mento un asunto global y, como luego trataremos de justificar, supone un viaje por diversas tradiciones clásicas, así como por una imprevista variedad de recepciones. Desde tales presupuestos, es necesario poner de manifiesto la necesidad de llevar a cabo una reflexión sobre la disciplina, de igual manera que ocurre (o debería ocurrir) dentro de cualquier otra disciplina académica. En este sentido, y sobre presupuestos de la Socio-logía de Pierre Bourdieu, Jorge Bergua hace las siguientes reflexiones: [–] creo que es importante en todas las ciencias Šy quiero pensar que en el estudio de la literatura también puede serloŠ la reflexión epistemológica, especialmente con conceptos clave que, de tanto usarse, pasan desapercibi -dos y con ellos todos los valores o creencias de los que son portadores. 3 Así las cosas, queremos llevar a cabo esta reflexión desde los tres pun -tos de vista ya señalados, a saber, (a) la cuestión conceptual, en especial para dilucidar cuándo y por qué se configuran las etiquetas de fi Tradiciónfl y fiRecepciónfl clásica, (b) la historia de las disciplinas, en aras a estable -cer una periodización que nos sitúe en el tiempo de la Historia general, y (c) los métodos que configuran sus estudios, dado que es en este ám- bito donde encontraremos algunas de las diferencias más notables. Este triple esquema es, por tanto, el que va a configurar el propio desarrollo del presente trabajo. En definitiva, nuestro propósito es apreciar cómo se ha ido transformando el propio concepto de Tradición clásica a partir del auge de los estudios de Recepción. Todo ello no deja de ser más que 3 Bergua 2003, p. 11.

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NOVA TELLVS , 33 ˜1, 2015, pp. 9-37 11el fruto de un mundo en constante crisis y una prueba de que nuestros estudios no dejan de ser la relectura presente de un pasado en incesante reinvención. Como oportunamente señaló Benedetto Croce, toda Histo-ria, por antigua que ésta sea, se convierte en Historia contemporánea. 42. Entre Tradición clásica y Recepción. Cuestiones de concepto Pocos lugares son tan aptos para comprender cómo nació la etiqueta de fi Tradición clásicafl como el fiParco Virgilianofl, en Posillipo. Es un lugar mítico, sobre todo para quienes creemos todavía que hay que leer viajando y viajar leyendo. Como bien recuerda César Antonio Molina, el nombre de Posillipo (Pausilipo) significa fiel lugar que calma el dolorfl. 5 Desde hace siglos se ha creído que allí, precisamente en un mausoleo encaramado sobre una imponente roca desde la que se divisa la bahía de Nápoles, está enterrado Virgilio. No en vano, unas centurias más tarde se erigió al pie de esa misma roca la tumba del poeta Giacomo Leopardi. Virgilio se convirtió, gracias a este lugar legendario, en objeto de pere – grinación para los viajeros a Italia y, asimismo, en parte de una leyenda popular que lo transformó nada menos que en mago. No en vano, Virgi – lio había hablado del advenimiento de una nueva era, y ya sabemos que la figura del adivino no está lejos de la del hacedor de portentos. Justa – mente, estas leyendas populares fueron las que hicieron que el filólogo Domenico Comparetti, en su imprescindible estudio sobre Virgilio en la Edad Media, publicado en 1872, distinguiera entre un fiVirgilio cultofl, el poeta, y un fiVirgilio popularfl, el mago. 6 Tradición culta y popular confluían, por tanto, en un poeta antiguo y pagano que había seguido siendo admirado durante toda la Edad Media. Como bien observó Ga -briel Laguna (2004), fue Comparetti quien por primera vez combinó los adjetivos fiantiguafl y ficlásicafl para hablar de la fitradiciónfl grecolatina, 4 fiLos requerimientos prácticos que laten bajo cada juicio histórico dan a toda la his -toria carácter de «historia contemporánea», por lejanos en el tiempo que puedan parecer los hechos por ella referidos; la historia, en realidad, está en relación con las necesida -des actuales y la situación presente en que vibran aquellos hechosfl ( Croce 2005, p. 19). 5 Molina 2009, p. 9.6 Véase Comparetti 1872, especialmente en la segunda parte de su obra: fiVirgilio nella leggenda popolarefl, opuesta a la que el mismo Comparetti denomina fitradizione letteraria fino a Dantefl.

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12 GARCÍA JURADO / TRADICIÓN FRENTE A RECEPCIÓN CLÁSICAprobablemente en un intento de delimitar su ámbito culto frente al de las propias tradiciones populares. Sobre esta observación, en dos trabajos anteriores hemos tratado acerca del peculiar e interesante proceso por el cual se creó y fue configurando la etiqueta de fi Tradición clásicafl.7 Lo más significativo de tal etiqueta es que no nació a partir de la mera adi – ción de un adjetivo (ficlásicafl) a un sustantivo (fitradiciónfl), sino que tal juntura supuso toda una restricción de sentido para la que hasta entonces había sido la fitradiciónfl por antonomasia, es decir, la grecolatina. A lo largo del siglo XIX observamos, gracias a los presupuestos románticos, el auge de otras tradiciones, en particular las populares y las modernas. Este nuevo estado de cosas fue el que dio lugar al nacimiento de la dis – ciplina que hemos terminado conociendo como fi Tradición clásicafl a lo largo del siglo XX.De esta forma, la etiqueta fi Tradición clásicafl tiene una fecha de crea -ción que quizá sorprenda a algunas personas por su relativo carácter re – ciente. Sin embargo, a la hora de comparar las etiquetas de fi Tradiciónfl y fiRecepción clásicafl, la primera característica que apreciamos es la de la desproporción temporal que hay entre ambas acuñaciones. Mientras que la primera data de finales del siglo XIX (gracias al ya citado Comparetti, 1872) y su acuñación definitiva y universal no tiene lugar hasta media-dos del siglo XX (por obra de Gilbert Highet, 1949), la segunda nace a finales de los años 60 del siglo XX (precisamente la Rezeptionästhetik de Hans Robert Jauss, 2000) y no se constituye como tal etiqueta ( Classical Receptions) hasta el siglo XXI. Por su parte, al tener el término fiRecep-ciónfl un carácter general, 8 el adjetivo ficlásicofl contribuyó asimismo a cerrar una nueva disciplina ligada, en principio, al ámbito de los Estu – dios clásicos, aunque no de manera excluyente. Concretando lo dicho hasta ahora, la etiqueta fi Tradición clásicafl no se universalizó hasta que Highet la puso como título de su conocida monografía, publicada en 1949. La llamada fiEstética de la Recepciónfl, por su parte, no aparece hasta el año de 1967 de la mano de Jauss. En un principio ambos con – ceptos, fiTradición clásicafl y fiEstética de la Recepciónfl, no llegaban a 7 García Jurado 2007 y 2012a. 8 El origen remoto del término nace de la idea de fireceptorfl acuñada por K. Bühler, el psicólogo que participó en el Círculo Lingüístico de Praga, para el establecimiento de las funciones del lenguaje. Como es sabido, el Círculo lingüístico de Praga también propició los estudios formalistas en el ámbito de la literatura.

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NOVA TELLVS , 33 ˜1, 2015, pp. 9-37 13tocarse, dado que uno pertenecía al ámbito de los Estudios clásicos y el otro al de la Teoría de la Literatura. Sin embargo, acabarían entrando en contacto a medida que los estudios sobre Recepción fueran aplicándose paulatinamente al propio objeto de estudio de la Tradición clásica. Los presupuestos epistemológicos que sustentan ambos conceptos son, asimismo, diversos. La Classical Tradition , tal como la planteaba Highet a mitad del siglo XX, seguía estrechamente ligada al concepto de fiinfluenciafl (como bien podemos apreciar en el subtítulo de su mo – nografía: Greek and Roman Influences on Western Literature ), y esto no resultaba una cuestión en absoluto baladí, dado que el concepto de influencia supone un fiinflujofl que discurre en sentido único, es decir, desde el autor más antiguo al más reciente. Bergua expone brillantemen -te la cuestión (las cursivas son nuestras):La idea, o ideología si se quiere, que subyace a esta noción de influencia, es que la obra de arte, la obra literaria en este caso, es un ente vivo que despide una especie de efluvio misterioso que en el acto de la lectura alcanzaría irre -misiblemente, además de a los lectores de a pie, a otros productores (escrito -res) y haría que sus obras se pareciesen poco o mucho a la obra en cuestión; sería algo parecido a un hechizo, o a un germen que se transmite por vía aérea. Recuérdese que en italiano ‚influenza™ equivale a gripe, trancazo, in -fección viral de las vías aéreas superiores; y es que antiguamente se pensaría que era algún tipo de efluvio maligno lo que causaba esa enfermedad. 9 Desde este punto de vista, el concepto de influencia está ligado a lo que entendemos como fiinterpretaciones esencialistasfl de la literatura, las que presuponen al texto clásico una suerte de energía interior capaz de irradiarse en los textos posteriores.10 Bergua identifica esta irradia -ción del sentido del texto con el pensamiento de Martin Heidegger, en particular con su teoría del des-velamiento (en griego, una de las etimologías que acaso expliquen la palabra , fiverdadfl, como aquello que termina fidesvelandofl lo que está oculto). Heidegger de -9 Bergua 2003, p. 13. 10 Bergua 2003, pp. 13-14. Las interpretaciones esencialistas, como tendremos oca -sión de ver con más detalle, se oponen diametralmente a las que son fruto de la Recep-ción o la Intertextualidad. Mientras en la Recepción el sentido depende básicamente del lector, en la Intertextualidad tal sentido reside en la relación que los textos mantienen entre sí.

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14 GARCÍA JURADO / TRADICIÓN FRENTE A RECEPCIÓN CLÁSICAsarrolló análogamente un pensamiento articulado en torno a la indaga -ción de estos significados primigenios, de manera pareja a lo formulado también por Ortega.11 Esta teoría de Heidegger dejó un notable poso en la corriente hermenéutica de su discípulo Hans-Georg Gadamer, quien, a su vez, inspiraría a comparatistas de la talla de George Steiner en su idea de que los clásicos finos leenfl. 12 Desde este punto de vista, el texto antiguo tendría un sentido inmanente (de ahí la visión esencialista ya referida), sin menoscabo de que tal sentido deba interpretarse al cabo de los siglos conforme a su propia historicidad. Tal historicidad también ha recibido la atención de la hermenéutica de Gadamer, no en vano uno de los puntales filosóficos de la Estética de la Recepción. De hecho, en este nuevo planteamiento serían precisamente los lectores o receptores quienes pasarían a ejercer su fiinfluenciafl en la creación y estructura de determinadas obras literarias. 13 De esta forma, un autor antiguo, ponga-mos por caso Virgilio, escribe una obra (la Eneida) con una intención determinada (la glorificación de Roma y de Augusto), pero el paso de los siglos ha dado lugar a que a esta intención vengan a añadirse nuevas lecturas o recepciones motivadas por diferentes circunstancias (el cristia -nismo, la palingenesia, por ejemplo) que permiten crear nuevos sentidos. Jorge Luis Borges, en paralelo a estos planteamientos, escribi ó un singular cuento, fiPierre Menard, autor del Quijotefl, 14 que ensalzaba precisamente la labor creativa del lector en calidad de autor de una fiobra subterráneafl. Retomando la propia idea del cuento de fiPierre Menardfl, publicamos en 2006 un libro donde se presentaba a Borges como fiau -torfl nada menos que de la Eneida de Virgilio. 15 La Eneida borgiana no sería otra cosa que una de esas obras subterráneas, que de épica pasaría a releerse en clave elegiaca, a partir de unos cuantos versos esenciales. 16 11 Marías 1973, pp. 245-258.12 Bergua 2003, p. 14. 13 Estébanez Calderón 1996, s. v. fi Recepciónfl.14 Borges 1989a. 15 García Jurado 2006.16 Al cabo de un tiempo, durante una estancia en la Universidad de Harvard (2009), precisamente donde el propio Borges había impartido unas inmortales lecciones Norton sobre Poética, tuve la oportunidad de volver a tales versos para analizar el alcance de lo que concebí como la manera borgiana de traducir a Virgilio. Por ejemplo, el hemis – tiquio sunt lacrymae rerum quedaba magistralmente vertido como fi Todas las cosas que merecen lágrimasfl (García Jurado 2010a).

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16 GARCÍA JURADO / TRADICIÓN FRENTE A RECEPCIÓN CLÁSICAKafka, en grado mayor o menor, pero si Kafka no hubiera escrito, no la per -cibiríamos; vale decir, no existiría. 20Esta visión de la literatura rompe con cierta mecánica causal que impone la mera idea de una influencia previa. La influencia, en cual -quier caso, no sería un hecho mecánico, sino, ante todo, de voluntad por parte del autor posterior, es decir, la voluntad de dejarse influir. Borges quiso, ya desde sus días adolescentes en Ginebra, dejarse llevar cons -cientemente por la influencia de Virgilio o, como él mismo diría, dejarse hechizar por la magia de las hipálages (fiiban oscuros por entre la noche solitariafl) o la polisemia de expresiones como filento en la sombrafl. Bajo todo ello subyace el profundo aspecto estético que conlleva la pro – pia Recepción desde su formulación en términos de fiEstéticafl. Ya con Benedetto Croce, a comienzos del siglo XX, se reivindicó una lectura estética de la literatura frente a la lectura predominantemente historicista que se había llevado a cabo a lo largo del siglo XIX. El propio Borges, cuando nos habla sobre Virgilio en su fabuloso prólogo a la Eneida, se refiere a esta cuestión clave: Diecisiete siglos duró en Europa la primacía de Virgilio; el movimiento romántico lo negó y casi lo borró. Ahora lo perjudica nuestra costumbre de leer los libros en función de la historia, no de la estética. 21 Al margen de estos presupuestos, la Tradición clásica, al menos en su primera formulación, no dejaba de estar imbuida por el positivismo y el historicismo de su época. De hecho, tal como la formuló Menéndez Pe – layo, se trataba de algo tan analítico como fila historia de cada uno de los clásicos en Españafl.22 Sin embargo, desde el punto de vista de la Esté -tica de la Recepción, como bien expresa H. R. Jauss, la reconsideración estética de la literatura implica, una revisión crítica de su propio canon: [–] La calidad de una historia de la literatura fundada en la Estética de la recepción dependerá del grado en que sea capaz de tomar parte activa en la continua totalización del pasado por medio de la experiencia estética. Esto 20 Borges 1989a, pp. 88-89. 21 Borges 1996, p. 521. 22 García Jurado 2012a.

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NOVA TELLVS , 33 ˜1, 2015, pp. 9-37 17requiere, por un lado (frente al objetivismo de la historia literaria positivis -ta), una canonización buscada conscientemente, la cual, por otro lado (frente al clasicismo de la investigación de la tradición), presupone una visión críti -ca, cuando no la destrucción del canon literario ya superado. 23 Cuando Italo Calvino selecciona en Por qué leer los clásicos24 los au-tores antiguos que configuran su biblioteca personal, lo más destacable es el carácter sorprendente de su elección: la Odisea frente a la Ilíada, Jenofonte frente a Tucídides, Ovidio frente a Virgilio y Plinio el Joven frente a Cicerón. La perspectiva estética se justifica plenamente cuando estudiamos las sorprendentes relecturas de Ovidio desde movimientos artísticos tan distantes como el surrealismo o la recreación posmoderna. Podemos verlo en el peculiar uso que Rafael Alberti hizo de un adjetivo típicamente ovidiano, tristissima, en el contexto de uno de sus poemas surrealistas, el titulado fiNoticiario de un escolar melancólicofl: NOMINATIVO : la nieveGENITIVO: de la nieveDATIVO : a o para la nieveACUSATIVO : a la nieveVOCATIVO : ¡oh la nieve!ABLATIVO : con la nieve de la nieve en la nieve por la nieve sin la nieve sobre la nieve tras la nieveLa luna tras la nieveY estos pronombres personales extraviados por el río Y esta conjugación tristísima perdida entre los árboles. BUSTER KEATON .25La aparición final del calificativo fitristísimafl, así como el frío que evoca la palabra finievefl, tantas veces repetida, nos transmite el infe -23 Jauss 2000, p. 160.24 Calvino 1993.25 Alberti 1996, p. 180.

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18 GARCÍA JURADO / TRADICIÓN FRENTE A RECEPCIÓN CLÁSICAliz recuerdo que tiene Alberti de sus días escolares, cuando tuvo que aprenderse de memoria, como tantos alumnos, la más famosa elegía de los Tristes de Ovidio, precisamente la que comienza de esta manera: Cum subit illius tristissima noctis imago, qua mihi supremum tempus in urbe fuit [–].26 El ovidiano superlativo tristissima se metamorfosea en un rasgo su -rrealista dentro de la poesía de Alberti, de igual forma que el virgiliano lentus in umbra de la primera bucólica se convierte en el borgiano filento en mi sombrafl del fiPoema de los donesfl y, más allá del tiempo y del espacio, en las filentas filas de los panteonesfl dentro del temprano libro Fervor de Buenos Aires. 27 ¿Influye, pues, Virgilio en Borges, o es Bor -ges el que actualiza el lenguaje poético de Virgilio para configurar un lenguaje poético propio del siglo XX? ¿Qué pesa más, la Tradición o la Recepción? Grandes preguntas de difícil respuesta. Así las cosas, nos encontramos ante dos etiquetas para referirse a dos maneras de ver la literatura. La fi Tradición clásicafl está firmemente con -solidada, pero también por ello sufre las mayores críticas. Hemos visto antes cómo el término ficlásicofl se añadió al concepto de fitradiciónfl gracias al filólogo Domenico Comparetti a finales del siglo XIX.28 Sin embargo, la etiqueta fi Recepción clásicafl es muy reciente. Un simple vistazo a las publicaciones que la contienen nos remite ya al siglo XXI: Reception Studies (2003).Classical Receptions Journal, fundado en 2009. Stand in the Trench, Achilles: Classical Receptions in British Poetry of the Great War (2010). A Companion to Classical Receptions (2011). English Translation and Classical Reception: Towards a New Literary History (2011). Cabe observar, asimismo, que los estudiosos de la Recepción se han decantado por la formulación en plural ( Classical Receptions), para re-26 Ov., Tr., 1, 3, 1-2.27 García Jurado 2015.28 Laguna 2004.

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NOVA TELLVS , 33 ˜1, 2015, pp. 9-37 19ferirse al rico abanico de posibles recepciones de lo grecolatino. Por su parte, a tenor de lo que vemos en uno de los últimos manuales sobre Tradición clásica, concretamente publicado en Harvard, 29 también esta disciplina ha sufrido cambios tan sustanciales que ya no cabe habl ar de una sola tradición, la grecolatina, sino de varias fitradiciones clásicasfl. En este caso, el plural indica que lo ficlásicofl no concierne ya únicamen -te a lo grecolatino, sino a otras culturas, como la islámica, la judía o la china:De manera ideal, este Manual no debería titularse La Tradición clásica , sino, más bien, Una Tradición clásica , dado que si algo hemos aprendido de nuestra historia reciente es que Europa es tan sólo una parte de un mundo complejo e interconectado. Tan sólo podemos comprender plenamente la herencia cultural europea cuando la situamos en el contexto más amplio de otras culturas con las que ha estado siempre en diálogo. La Tradición clásica grecorromana no es más que una de la tradiciones clásicas concretas que definen la historia de la cultura universal, y sus cruciales afinidades y di – vergencias con otras tradiciones clásicas, tales como la islámica, la judaica, la china o la india, implica que no puede ser realmente entendida sin una referencia sistemática a éstas. 30 De esta forma, nos encontramos con la sorpresa de que los respecti-vos plurales de cada etiqueta, a saber, Classical Traditions y Classical Receptions, no hacen un mismo uso del adjetivo Classical, pues en el primer caso debemos pensar en la multiplicidad de las posibles culturas ficlásicasfl y, en el segundo, debe contemplarse la riqueza de recepciones de la cultura clásica como tal, independientemente del tiempo y lugar donde tenga lugar tal recepción. Queda abierta, asimismo, la posibilidad de llevar a cabo estudios de fitradiciones clásicasfl comparadas y sus mecanismos de recepción. En este sentido, la multiplicidad de cultu -ras clásicas en Iberoamérica favorece el estudio de la incorporación de ciertos mitos antiguos en obras literarias modernas: es el caso del mito platónico de Theuth en Cien años de soledad de García Márquez, de igual forma que los los mitos mayas del Popol Vuh alimentan la obra del guatemalteco Miguel Ángel Asturias. Se cuestiona, pues, la existencia de una única Tradición clásica y hasta se duda sobre la pertinencia de 29 Grafton, Most y Settis 2010.30 Ibid., p. X. Trad. de García Jurado.

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