by MR Acosta · 2005 · Cited by 5 — De la nostalgia por lo clásico al fin de lo clásico como nostalgia: Winckelmann y Burckahardt historia: la antigüedad clásica,
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Estudios de Filosofía ISSN 0121-3628 No. 31 Febrero de 2005 Universidad de Antioquia Fecha de Recepción: 10 de febrero de 2004Fecha de aceptación: 15 de febrero de 2005DE LA NOSTALGIA POR LO CLÁSICO AL FIN DE LO CLÁSICO COMO NOSTALGIA: WINCKELMANN Y BURCKHARDT *Por: María del Rosario Acosta Universidad Nacional de Colombiamracosta@cable.net.coResumen. historia a partir del examen de las teorías estéticas de Winckelmann (mediados del s. XVIII) frente a las que adquiere en cada una de ellas el concepto de lo clásico. La idea es mostrar cómo una historia del arte Palabras clave: From fiNostalgia for Classicfl to fiThe End of Classic as Nostalgiafl: Winckelmann and Burckhardt Summary. This text proposes to answer a question about the relation between Aesthetics and Philosophy of History as found in the Aesthetic Theories of Winckelmann (half of the XVIIIth Century) as opposed to behind it an Aesthetic Thought that is self-made. Key words: Hermoso mundo, ¿dónde estás? ¡Vuelve * Algunas de las citas de Burckhardt, Hölderlin y Schiller, tomadas inicialmente de las traducciones al español referenciadas aquí, han sido corregidas a partir del texto en alemán. Cuando lo he considerado necesario, he señalado la palabra correspondiente en alemán entre corchetes.

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40María del Rosario Acosta Amable apogeo de la naturaleza!Ay, sólo en el país encantado de la poesía Habita aún tu huella fabulosa Schiller. Los dioses de Grecia 1. Introducción el título que Rosario Assunto le da a su estudio de la estética del neoclasicismo europeo, es el título perfecto para describir las intenciones de Winckelmann al escribir su Historia del arte en la antigüedad estéticas que recorren la historia del arte desde los egipcios hasta los romanos, y que no dejan de hacer mención al arte del Renacimiento y del Barroco europeo, están atravesadas por uno y el mismo objetivo: mostrar la indiscutible superioridad del arte griego sobre cualquier otra producción artística, y proponerlo a partir de ello como criterio y como canon. Mientras más cerca se esté de la belleza alcanzada por los griegos, más cerca se está de producir un arte verdadero, y es a partir de esta cercanía que toda obra de arte debe juzgarse. Por lo mismo, la búsqueda de lo bello debe estar enfocada a la imitación de lo griego, a la recuperación de la belleza griega en el arte: ésta debe ser el ideal regulador de todo proyecto estético. Lo griego se convierte en lo clásico entendido como canon, como aquello que debe imitarse y recuperarse como futuro. Es a partir de aquí que se abre el espacio para la primera pregunta que se intentará responder en este texto: una estética como la de Winckelmann, cuya tarea es la sistematización del estudio del arte a partir de la belleza griega como criterio, pero cuyo objetivo es el de formularse a sí misma como un proyecto de recuperación histórica de lo clásico, debe traer consigo una determinada visión de la historia que conciba la posibilidad de una tal visión estética como la de Winckelmann? ¿Qué es la historia y cuál es el papel del hombre y del arte en ella? A partir de la lectura de la Historia del arte en la antigüedad , y con la ayuda de la interpretación que propone Assunto del proyecto neoclásico, se mostrará cómo la estética del neoclasicismo, de la que Winckelmann es uno de sus mayores representantes, se transforma en un proyecto que trasciende los límites de lo estético, para convertirse en se muestra como la historia de una caída, la decadencia de lo griego, a partir de la cual todo adquiere sentido en cuanto búsqueda de ese ideal perdido, de esa tierra prometida: del pasado como telos del presente.Por el otro lado, están las 1 de Burckhardt, que neoclásico y encarnada en los autores románticos y en Hegel. 2 La historia no debe entenderse 1 El libro fue publicado por primera vez en 1905, después de la muerte de Burckhardt, y es el resultado de las notas

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41 como la recuperación de un pasado idealizado, como el camino del hombre hacia su libertad; es el conocimiento del pasado, su comprensión y asimilación como presente, el que nos hace libres. Sólo aceptando cabalmente nuestra propia historicidad y nuestra incapacidad de prevenir el futuro, en medio de la contingencia de lo histórico, podemos permanecer serenos frente al espectáculo de la historia. El papel del hombre en la historia es el de un espectador que no se limita a comprender, sino que comprendiendo actúa en el presente. El único telos de la historia es siempre este presente que se asume en su historicidad.¿Qué es entonces el arte para Burckhardt? Parece no ser ya posible la idealización de un pasado como canon, en la medida en que cada época debe ser comprendida como manifestación de un momento histórico particular. No es posible tampoco proyectar el pasado como futuro, en cuanto que todo proyectar más allá del presente es simplemente una ilusión, un fipobre consuelofl. 3 ¿Cuál es el criterio entonces para valorar el arte? y, a partir de ello, ¿qué es lo clásico para Burckhardt? Una lectura de las orientada por estas preguntas, puede revelar, bajo la exposición de Burckhardt y en la valoración del arte. Lo clásico se mostrará como aquello que, siendo plenamente histórico, continúa hablándole a todos los hombres de todos los tiempos.4 es posible que salga a la luz una relación estrecha entre ambos pensadores: el proceso de historización del ideal estético iniciado en el s.XVIII por Winckelmann, quien decide encarnarlo en el arte griego, posibilita una visión del arte más histórica, más comprensiva, para su curso en la Universidad de Basilea (1868-1885) y unas conferencias que dictó entre 1870 y 1871.2 Aquí se dejará de lado si la interpretación que hace Burckhardt de Hegel es o no adecuada. 3 Burckhardt, J. Stuttgart: Alfred Kröner Verlag, 1949, p. 164; Burckhardt, J. R Trad. Wenceslao Roces. México: FCE, 1996, p. 217. 4 Burckhardt, por supuesto, no es el primero en proponer esta mirada de lo clásico. Algo similar es ya sugerido en el s. XVIII por Hume en su ensayo fiSobre la norma del gustofl. Sin embargo, aunque Hume hace ya alusión a la posibilidad de comunicabilidad del gusto entre distintas épocas históricas, y se aleja de la concepción a la larga diferentes a las de Burckhardt: Hume recurre a la naturaleza humana en el sentido biológico para obstáculo para la comunicabilidad, Cfr. Hume, D. fiOn the Standard of Tastefl, en: Miller, E. (ed.). Indianápolis: Liberty Found, p. 243ss. Burckhardt, por el contrario, recurre a la de una obra de arte, el hecho de ser plenamente representativa de su propia época, lo que la conduce a convertirse en clásica para todos los tiempos.5 Hegel, G.W.F. Lecciones sobre la estética. Trad. Brotóns Muñoz. Madrid: Akal, 1989, p. 49. 6 Es interesante, sin embargo, señalar aquí que, aunque la Q uerelle des anciens et des modernes tendrá también

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42María del Rosario Acosta acerca de valorar cada arte como expresión de su tiempo, y no por su cercanía a un ideal de belleza ahistórico o perdido para siempre en un pasado irrecuperable.2. El neoclasicismo de Winckelmann: la historización del ideal estéticoDice Hegel en sus Lecciones sobre la estética : fiWinckelmann se había entusiasmado con la intuición de los ideales de los antiguos de un modo que le permitió introducir un y la mera imitación de la naturaleza, y la alentó poderosamente a buscar la idea del arte en las obras de arte y en la historia del arte. Ha, pues, de considerarse a Winckelmann como uno de los hombres que en el campo del arte supieron desentrañar para el espíritu un nuevo órgano y unos modos de consideración enteramente nuevosfl. 5Hegel aquí destaca una de las posibles interpretaciones de la obra de Winckelmann, en las investigaciones detalladas que realizó de las obras de arte antiguas, la importancia la belleza como idea metafísica, oculta tras el velo de la apariencia en la naturaleza, y sólo alcanzable por la imitación de esta última. La criterio a partir del cual debía que debía ser imitada en la realidad material, parece encarnarse, a partir de Winckelmann, en un momento histórico y una producción artística determinados: el arte griego. La grandeza del arte griego Šinsistirá Winckelmann una y otra vezŠ, no está en su cercanía al ideal de belleza, en la manera acertada como los griegos imitaron a la naturaleza, sino, justamente, en que en esta imitación lograron elevarse por encima de la naturaleza y alcanzar en sus obras la belleza ideal, la belleza artística.Esta interpretación, claro, puede ser problemática. Hay quienes consideran que hablar de una historización del ideal estético en Winckelmann es adelantarse a los hechos, y que la lectura de Hegel está determinada por sus propias concepciones acerca de la relación una concepción metafísica de la belleza, sino que, como más tarde también lo diría Kant ya en un contexto ajeno al clasicismo, las reglas de la belleza son de una naturaleza tal que no puede aducirse a ellas sino mediante casos particulares, mediante ejemplos concretos. Los griegos habrían sido, según esta interpretación, el ejemplo aducido por Winckelmann para hablar de la belleza ideal como idea metafísica. sus defensores por parte y parte entre los alemanes durante el s. XVIII, la disputa adquirirá en Alemania

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43 Sin embargo, quien lea con atención las griego en la pintura y la escultura (1755), escrito más de diez años antes de la Historia del la totalidad de la obra de Winckelmann y que demuestran que la interpretación sugerida por Hegel no está del todo viciada por sus propias opiniones. Tomando una posición clara frente al debate antiguos-modernos, heredado en Alemania de la famosa Querelle francesa, 6 dice Winckelmann comenzando el texto: fiel único camino ŒŒque nos queda a nosotros para llegar a ser grandes es el de la imitación de los AntiguosflŠ. 7 El autor, en efecto, dedicará casi la totalidad del texto a demostrar por qué el camino de los artistas modernos hacia la belleza artística debe darse a partir de la imitación del arte griego, y no, como lo consideraban algunos fimodernosfl Šentre los que Winckelmann menciona a Bernini, artista barrocoŠ, quienes rechazaban la idea de la Antigüedad como canon, a partir de una imitación juiciosa de la naturaleza. orden al conocimiento de la naturaleza perfecta, el estudio de la naturaleza ha de ser necesariamente, en el mejor de los casos, un camino más largo y penoso que el estudio de las obras de arte de la Antigüedadfl. 8 Pero poco a poco va quedando claro, a lo largo del texto, que dicha finaturaleza perfectafl, que Winckelmann conecta con lo que él denomina fibelleza idealfl, es sólo accesible en el arte, y, concretamente, en el arte griego. Los modernos no tienen acceso ni a las condiciones naturales ni a las circunstancias históricas que permitieron a los griegos alcanzar el ideal en el arte (aunque las últimas, como se verá, pueden volver a ser reproducidas como parte del proyecto de recuperación de lo bello). La belleza ideal es el resultado de la combinación de la belleza de una naturaleza perdida ya para los modernos, y lo sublime de un espíritu característico del modo de ser griego. Quien se limite a imitar la naturaleza no logrará nunca, por lo tanto, alcanzar en el arte lo que los griegos alcanzaron. Sólo la educación en el gusto griego, el acostumbrarse a fisentirfl como los griegos, fipensarfl como ellos, posible sólo a través de su imitación, conducirá al artista que ya encuentra sus trazos principales en posiciones de autores de mediados de siglo como Winckelmann y Herder. Estos matices tendrán que ver con la introducción de la historia como factor fundamental que no puede ignorarse en la discusión. Es justamente esta introducción de la historia en las consideraciones estéticas más detallada de este problema son interesantes el artículo de Jauss fiLa réplica a la Querelle des anciens et des modernesfl y las sugerencias de Szondi comenzando el primer tomo de y verdad. Sobre la estética entre la Ilustración y el Romanticismo. Trad. Jarque Soriano. Barcelona: Alba, 1999, p. 80, Las cursivas son mías.8 p. 91.9 Esto es determinante para una consideración estética del arte, en la medida en que hace al arte necesario. Si la belleza es una idea que se encuentra más allá de lo real, y que aparece oculta en la naturaleza, el arte no es necesario para su existencia; es, si acaso, una de sus posibles encarnaciones. En cambio, para Winckelmann,

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44María del Rosario Acosta moderno a la verdadera belleza. Porque ésta no es una idea más allá de lo real, esperando ser encarnada en lo sensible, sino aquello que las obras de arte griegas hicieron aparecer por primera vez en el mundo9. estéticas del clasicismo, caracterizadas por un platonismo genuino: el verdadero arte, para el clasicismo, consiste en la imitación de una idea de belleza, a la cual el artista puede como máximo aspirar a acercarse. Los griegos deben ser imitados en cuanto a la manera como lograron imitar la idea de lo bello: esto es lo que los hace clásicos. Para Winckelmann, Historia del arte en la Antigüedad , es ello precisamente lo que ha impedido a la fiverdadera de la belleza universal, se hallan envueltas con vanas especulacionesfl. 10 La belleza ideal, en efecto, se eleva por encima de la naturaleza, pero no por ello es una idea metafísica, más allá de lo real, ni se convierte en un ideal inalcanzable. Al contrario, los griegos, en su imitación sublime de la naturaleza, elevándose por encima de ella, lograron realizarla: [El] artista inteligente aplicaba a su arte el procedimiento de los jardineros ingeniosos que injertan en un tallo otras ramas de buena calidad; y lo mismo que la abeja que extrae su dulce tesoro del como lo suelen hacer a veces los poetas, tanto antiguos como modernos, y la mayoría de los artistas de nuestros días. Los griegos trataron de reunir las formas elegantes de varios cuerpos a nuestro espíritu de la verdadera belleza. Esta selección de las partes bellas y su armónica .11 Así, insiste Winckelmann, esta belleza fino es, por consiguiente, una percepción metafísicafl.12 El ideal de belleza es la belleza alcanzada por los artistas griegos.Si ha de imitarse algo, entonces, esto debe ser el arte griego, en la medida en que éste que para nosotros son ideales eran naturales para ellos [para los griegos]fl. 13 No es que los antiguos hayan logrado acercarse más a esa belleza universal, ideal, fuente de toda belleza artística en el sentido platónico. El ideal de belleza tiene su momento de encarnación en la como puede verse, el arte griego realiza la belleza artística, superior a la belleza de la naturaleza. Es el arte el que le da existencia a la belleza ideal. 10 Winckelmann, J.J. Historia del arte en la antigüedad. Madrid: Aguilar, 1955. 11 p. 415. 12 Ibíd.13 p. 365.14 Praz, M. Gusto neoclásico. Barcelona: Gustavo Gili, 1982, p. 73.15 Assunto, R. La antigüedad como futuro. Barcelona: Visor, 1990, p. 85.

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46María del Rosario Acosta El arte griego es, por consiguiente, en Winckelmann, el arte clásico: proporciona el criterio para todos los juicios estéticos, a la vez que se convierte en el único canon. Su estudio e imitación muestran el camino a seguir: fiel examen del arte de los griegos debe servirnos para encauzar nuestras concepciones hacia lo verdadero y deducir reglas para nuestras apreciaciones y trabajosfl. 22 El arte moderno, parece considerar Winckelmann Œy éste es, por supuesto, antes que ninguno, el objetivo de su estudio- puede alcanzar nuevamente la perfección, realizar nuevamente esa belleza ideal alcanzada por los griegos, si acepta seguir el mismo camino que éstos siguieron.233. La antigüedad como futuro: la historia como repatriación 3.1. El proyecto de Winckelmann: Dresde como la nueva Atenas En la medida en que el ideal estético ha sido historizado y encarnado en el arte griego, y en cuanto que este último se muestra inserto en un contexto histórico determinado, el proyecto estético del neoclasicismo trasciende los límites del arte para convertirse en un proyecto histórico-político. Si la meta en el arte es que los modernos logren, siguiendo el mismo camino que los griegos siguieron, alcanzar en la historia nuevamente la belleza ideal, esto debe traer consigo también la transformación de las condiciones sociales y políticas. La Grecia de Winckelmann, ese ideal histórico perdido, ese mundo de la libertad, de la educación y la moral en el que, como queda manifestado en su arte, reinaba la sabiduría, la prudencia, la sophrosyne ,24 debe poder recuperarse en la historia, y con ello, se recuperará también el arte bello. Así, es justamente la historización del ideal estético realizada por de la historia y un proyecto político, relación que será heredada y llegará a su punto más ejemplo, en el capítulo XV, dice: fiEl arte moderno, siguiendo el mismo camino, habría llegado sin duda a su perfección si los artistas no hubiesen abandonado demasiado pronto el camino que les había trazado Miguel Angelfl ( p. 627). Miguel Angel sería el representante, en el arte moderno, del estilo sublime de los griegos, paso inmediatamente anterior al arte bello que resulta ser, como lo destaca Assunto, la unidad de lo sublime y de la gracia: finoble sencillez, serena grandezafl ( Cfr. Assunto, Op. cit. Winckelmann hacía alusión a Rafael como el artista que, en la modernidad, gracias a su imitación de las obras de arte griegas, habría alcanzado la grandeza artística. El proceso seguido por Rafael es descrito por Winckelmann como el proceso que todo artista moderno debería seguir. Cfr. sobre la imitaciónfl, pp. 92-93. 24 Winckelmann. p. 486.25 D™Angelo, P. La estética del Romanticismo. Madrid: Visor, 1999, p. 47. 26 Assunto, R. p. 83. p. 83.

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47 25 El proyecto estético enfrentarse, se muestra como un proyecto social, moral y político, que trae consigo una nueva visión de la historia. Así lo destaca Assunto: fiQueda (y es el correlato de lo que hemos llamado historización de la Idea, su situación en un momento del tiempo humano) queda, decimos, la proyección hacia el futuro de aquella felicidad de la que había nacido el arte de la antigua Atenas, encarnación de la belleza absoluta, la Idea misma de la belleza, traída del cielo a la tierra, conquistada por el hombrefl.26 donde se encuentra la fuente de todo lo bello, de todo lo verdadero. La historia es, así, la historia de una caída, la decadencia de lo griego, a partir de la cual adquiere sentido como el proceso de recuperación de un ideal perdido. fiLos más puros manantiales del arte están Atenas a partir de ahora. Dresde será Atenas para los artistasfl. 27 El telos de la historia, la meta a la que todo el movimiento histórico debe dirigir sus esfuerzos, es la restauración de la Antigüedad en el mundo moderno: el arte, la belleza artística, se muestra como el fipunto de llegada de la historiafl.28Pero ese telos, esa restauración a la que el movimiento histórico debe dirigirse, implica una transformación completa de la realidad. El ideal estético ha traído consigo una nueva imagen del mundo, a partir de la cual la realidad debe ser rehabilitada para convertirse en el espacio propicio para el renacimiento de la antigüedad. La mirada del neoclasicismo hacia el pasado no es, por consiguiente Šy esto ya puede entreverse en las intenciones que se encuentran detrás de la Historia del arte en la antigüedadŠ una mirada que huye del presente, que se rehusa a enfrentarse a su propio tiempo. Es, al contrario, y como se verá por ejemplo en la Revolución Francesa, una mirada crítica de su propia realidad, que busca restablecer para el presente la libertad y la cultura clásicas, una mirada renovadora que se convierte, por tanto, en proyecto histórico y político: filo que contaba era restituir al presente el valor absoluto del que la antigüedad, proyectada hacia el futuro como idea teleológica, era modelo: una renovatio estética que se anunciaba como regeneración moral y social precisamente en cuanto estéticafl.29La decadencia moderna, mencionada varias veces por Winckelmann en su obra, es el resultado del alejamiento de la antigüedad. Ésta se muestra como el lugar en el que 28 Assunto, R. Op. cit.29 p. 134.30 Winckelmann, J.J. p. 438.31 Assunto, R. p. 42.

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48María del Rosario Acosta griego que la naturaleza logra elevarse por encima de sí misma y convertirse en belleza ideal, tal y como Winckelmann lo describe: fiEl artista, lleno de estas concepciones sublimes, elevaba la materia de lo material a lo intelectual, y su mano creadora producía seres exentos de las necesidades propias de la Humanidadfl. 30 Y por tanto, es justamente la imitación de este arte, de este ideal estético, la que puede llevar nuevamente a la reproducción de ese mundo ideal en la modernidad: una polis creada en el presente a la luz de un pasado que aún sobrevive en la historia. Para Winckelmann, la Antigüedad no es aún un pasado perdido para siempre. La historia no interviene aún como una realidad que impida la recuperación del pasado. Éste se conserva en el presente y puede ser siempre recuperado, vuelto a traer a la historia: fiEl Paraíso-perdido-de la Antigüedad muestra la dirección de otro Paraíso, de un tiempo nuevofl. 31 El ideal estético, el ideal clásico, transformado también en ideal político y en meta de la historia, queda inmortalizado al convertirse en el ideal regulativo de toda crítica de la realidad, y de todo proyecto que busque su transformación.3.2. El legado de Winckelmann: el retorno de los dioses en Schiller y en Hölder -lin cobrarán fuerza, como lo muestra también Assunto, en las visiones estético-políticas del de ejemplaridad estética se proyectaba hacia el futuro como Tierra Prometida en la que repatriarse, lo hicieron suyo los románticosfl. 32 Y aquí Assunto menciona de manera especial 33 una Antigüedad clásica idealizada, de un pasado griego añorado, aparecen una y otra vez en las obras de los autores mencionados; y si bien puede decirse que esto no se debe a otra 32 p. 21.33 Esta mención a los románticos es importante, a la luz de la totalidad de este texto, en la medida en que es 34 Kart Mannheim, en su análisis sobre los orígenes del pensamiento conservador, orígenes que el autor decide ubicar precisamente en la Alemania de los s. XVIII y XIX, muestra cómo uno de los rasgos principales de este pensamiento era precisamente una concepción particular del pasado, considerado como una realidad aún

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49 que van más allá de lo que el autor llegó a desarrollar, pero que son resultado lógico de la historización del ideal de belleza. La cadena que Winckelmann había iniciado con ello no podía ya detenerse, y la obra de Schiller y de Hölderlin es la manera más clara de ver lo inevitable de este desarrollo. En efecto, la historización del ideal debía llevar, tarde o temprano, a la aceptación de Winckelmann, para quien, como se mencionaba anteriormente, la historia aún no aparece como una realidad que impida la recuperación sin más del pasado, 34 para Schiller y para Hölderlin está claro que si los griegos son una época histórica, ello implica ya, unido a las consecuencias fallidas de la Revolución Francesa Šconsecuencias que Schiller vería, en todo caso, más prontamente que Hölderlin, pero que este último no ignoraría en HiperiónŠ ayudarían a reforzar esta certeza.Justamente por esto, dirá Taminiaux, sólo Schiller y Hölderlin son autores verdaderamente nostálgicos. Sólo en ellos puede decirse que está presente la nostalgia por lo griego, porque ésta, como la palabra lo indica (nostoV: regreso; algoV: sufrimiento), no es sólo un anhelo por el regreso, sino, a la vez, un sufrimiento en el exilio, un dolor por la pérdida. En Winckelmann, dice Taminiaux, siguiendo este análisis, no está presente este dolor: finunca dudó de que el mundo de su tiempo podría elevarse a la grandeza de los antiguos por medio de su imitaciónfl. 35 En Schiller y en Hölderlin, por el contrario, es precisamente el dolor por la pérdida, la imposibilidad de un volver sin más a la unidad natural y bella de los griegos, lo que impulsará el proyecto de su recuperación, de la transformación del exilio en una repatriación. Grecia debía morir para siempre si sus dioses debían retornar entre los modernos. Esta repatriación, al igual que en Winckelmann, se lleva a cabo en ambos autores a través de un proyecto estético, que se transforma y ejerce las funciones de un proyecto pasado griego, pero, esta vez, de un pasado que se sabe perdido para siempre; que sobrevive existente en el presente ( Cfr . Mannheim, p. 127). Winckelmann es un buen ejemplo de este tipo de perspectiva medida en que ayuda a ubicar la belleza dentro de una realidad histórica concreta. Más allá de ello, la historia desaparece, excepto en la medida en que es siempre un camino a la recuperación de la antigüedad. Judment. 36 Como también lo explica Taminiaux, la nostalgia trae consigo, necesariamente, en sus inicios, una mirada negativa del presente ( Cfr. p. 75). Esta mirada, sin embargo, se transforma en ambos autores, a la larga, en una valoración positiva: el presente no puede dejarse de lado en la recuperación de la antigüedad; debe, por tanto, valorarse por sí mismo, evaluarse en sus posibilidades propias. Sólo por medio de esta valoración

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